¿Es el crecimiento sostenible?

Así titula Juan José Marthans su reciente artículo en el diario Gestión y es importante leerlo pues nos da otra visión del panorama económico que se cierne sobre nuestro país. El Perú, estimados lectores, gracias al presidente y a la vez evidente ministro de Economía, Alan García, está en marcha hacia graves problemas económicos. Sustentamos nuestro crecimiento en ladrillo y tarjetas de crédito, en precios de minerales, en préstamos familiares y en dólares de origen dudoso. La inversión se dilapida o se vuelve inútil por culpa de la corrupción, las instituciones no existen o son valor deteriorado. Y a pesar de ello nos quieren vender el pensamiento único que la economía peruana marcha viento en popa. Que lo diga el FMI no dice nada pues fue el mismo organismo que catalogó a la versión económica fujimorista de "melodía celestial". El crecimiento económico no se mide en función de un mes sino en perspectiva.


¿ES EL CRECIMIENTO SOSTENIBLE?

J.J. MARTHANS L.
Economista
Universidad de Piura – Campus Lima

Recientemente hemos sido testigos de diferentes interpretaciones que se le viene dando a la recuperación de la dinámica de la producción los últimos meses. Para algunos analistas, la probable expansión del PBI sobre el 6% al cierre del año es una prueba que superamos los embates de la crisis financiera internacional y su reciente manifestación en Europa. Para otros, en cambio, la fortaleza de nuestra economía habría quedado demostrada por la rápida recuperación de la dinámica productiva luego del 2009. Lo cierto es que estamos sobreestimando nuestras fortalezas.

Lo más trascendente no es cuanto se crece, sino cómo se crece y ello compromete preguntarnos con seriedad si este crecimiento del PBI es sostenible. La verdad es que aún no lo es. Tres razones básicas: Primero, Perú no ha hecho mucho en materia de reformas estructurales estos últimos años. Nuestros sistemas de salud, educación, nutrición de menores, infraestructura en comunicaciones y transportes continúan siendo claramente inapropiados. Nuestro Estado ineficiente que hoy discute bizantinamente la creación de un nuevo ministerio que compromete más burocracia, le exige al sector exportador eficiencia. Que ironías tiene la vida.

Segundo, el comportamiento del PBI está afecto a una alta volatilidad y eso no genera las condiciones apropiadas como para que nuestro empresariado programe adecuadamente su política de compras, inventarios, costos y ventas. Nuestra dinámica productiva depende en extremo de factores ajenos a nosotros: los términos de intercambio. Cuando ellos andan a favor presentamos crecimiento, superávits en el frente externo, fiscal y condiciones favorables para el empleo, cuando estos van mal, la realidad se invierte. Para amainar este tipo de impactos la aplicación de una verdadera política fiscal contracíclica con metas estructurales es urgente. Lo que tenemos hoy en Perú no es más que un remedo de ello.

Tercero, pensamos que la pobreza y desempleo se vienen venciendo de manera estructural. Otro error. La probabilidad que estos se deterioren nuevamente es alta, más aún cuando nuestro crecimiento aún no está realmente comprometido con mejores estándares de productividad. No aquellos observados por efecto del crecimiento del PBI ligado a precios de commodities, sino aquellos que se alcanzan por la incorporación y creación de nuevas tecnologías de manera amplia.

El empresariado debe demandar un crecimiento sostenible y hasta hoy el gobierno no ha creado las condiciones para ofrecerlo. Hay mucho por hacer aún. A quién queremos engañar?... A nosotros mismos? Así no se transita el camino al desarrollo.

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