jueves, 19 de marzo de 2009

Un sistema universitario de calidad

Desayunaba hoy en la mañana con mi querido amigo Hugo Ñopo, uno de los mejores matemáticos peruanos y destacado economista del BID, quien me contaba acerca de la inteligencia del presidente Obama, de cómo está aprovechando la crisis económica para introducir una serie de reformas sobre todo en el ámbito educativo, de tal forma que Estados Unidos se encuentre en mejor posición competitiva para cuando toque fondo la crisis.
Estar en mejor posición competitiva significa estar adelante en materia de investigación y desarrollo, contar con los mejores institutos de innovación y seguir en la delantera del conocimiento científico. Se dice, y con razón, que si no fuera por el Valle del Silicón hace rato que Estados Unidos habría sucumbido en Wall Street.
Meditaba en lo dicho por Hugo cuando, coincidiendo con lo manifestado por mi amigo, tuve la oportunidad de leer una estupenda columna de Felipe Fernández-Armesto en el diario El Mundo titulada "Estados Unidos conserva el liderazgo moral" en la cual el autor nos habla del porqué son excelentes las universidades norteamericanas. En momentos en los cuáles el sistema universitario peruano se debate en una lucha frontal contra la búsqueda de lucro y la mediocridad, recomiendo muy especialmente la lectura de este artículo pues nos dará una nueva visión de lo que un país y sus ciudadanos debemos hacer para ser parte del mundo desarrollado. Leámos a continuación este brillante artículo:

Acabo de encontrar las pruebas: Estados Unidos superará la actual crisis y seguirá ejerciendo el liderazgo mundial. Las pruebas no constan ni en las estadísticas económicas, que son nefastas, ni en la situación geoestratégica, que sigue siendo desesperada, ni en el sistema político que, a pesar de las esperanzas suscitadas por la elección de Barack Obama, es irremediablemente corrupto.En cambio, he encontrado esas pruebas en Greenville, una pequeña población del Estado de Carolina del Norte, donde estuve días atrás para dar una conferencia en la East Carolina University.
Una Universidad como ésta es una de esas instituciones que, sencillamente, serían impensables fuera de Norteamérica. Este año, la East Carolina University está celebrando su centenario: un siglo de enorme servicio a una comunidad cien por cien regional, financiada por el Estado pero con fondos adicionales proporcionados por ciudadanos ricos de la zona y por antiguos alumnos, quienes, cuando acaban su formación y empiezan a ganar dinero trabajando siguen apoyando a las siguientes generaciones con donaciones muy generosas.
Es por ello que la Universidad dispone de fondos suficientes para llevar a conferenciantes y profesores desde cualquier parte de Europa y Norteamérica. Allí me tropezé, por ejemplo, con un antiguo compañero de Oxford, catedrático de Historia de las ciencias naturales, que se encontraba en Carolina como profesor invitado.Además, las instalaciones -un campus hermoso y arbolado, aulas espléndidas y bien equiparadas-, las escuelas profesionales de artes prácticas y de medicina, los campos de deportes bien equipados, los programas de enseñanza especializados -entre ellos, unos estudios marítimos de fama internacional-, serían la envidia de cualquier Universidad española.
Los alumnos son, en general, personas modestas, en el sentido económico de la palabra, que viven en la zona y que eligen esta Universidad en lugar de buscar una plaza en una escuela más famosa o más prestigiosa, para ahorrar dinero, aprovechando la posibilidad de seguir viviendo en casa, y pagando unas tasas de matrícula relativamente bajas, al tratarse de una institución estatal.En pocas palabras, la Universidad es una muestra de la gloria de Estados Unidos: un país donde la enseñanza y la investigación son -junto a las Fuerzas Armadas y la Salud Pública- la mayor prioridad para el conjunto de la sociedad.
En Estados Unidos se gasta al año más del doble por persona en el sistema universitario que en los 15 países más ricos de la Unión Europea. Según datos de la Asociación Europea de Universidades, la cuantía que el viejo continente destina a la investigación universitaria representa, por término medio, la décima parte de la de Estados Unidos. Mientras siga existiendo tal desequilibrio, la actual superpotencia mundial seguirá teniendo las mejores perspectivas para el futuro, ya que sus estudiantes serán los mejor preparados y el país seguirá atrayendo a los profesores e investigadores más competentes.
Sí, Estados Unidos seguirá dominando en los campos de la innovación tecnológica y en la generación de nuevas y potentes ideas. Y, además, ese predominio es cada vez más fuerte. En los años 60, sólo el 40% de los Premios Nobel se concedían a residentes estadounidenses.En cambio, en años recientes, la cifra media ha rondado el 80%.
Pero en el pueblo de Greenville, las pruebas más fehacientes del valor inacabable de Estados Unidos se hallan fuera del ámbito universitario, en las páginas del periódico del periódico local, el Greenville Times. No se trata de un diario de grandes ambiciones.Tiene unas pocas hojas, reunidas por algunos ciudadanos como obligación cívica, distribuidas gratuitamente y financiadas a través de los anuncios de empresas locales -el restaurante «auténticamente italiano», una cooperativa de jardineros, el peluquero de perros, la tienda de antigüedades, el club de fútbol americano de la Universidad, o el suministrador de las costillas de cerdo a la barbacoa, sabrosa especialidad de la zona-.
Para apreciar lo que los editores han logrado con su sencillo periódico, hay que saber que Greenville es un lugar pequeño, aislado, y sin grandes oportunidades económicas. La Universidad cuenta con un número más alto de alumnos que habitantes tiene el pueblo -poco más de 20.000-. Antiguamente, la industria tabacalera enriquecía a los dueños de las tierras circundantes, y las casas elegantes de principios del siglo pasado que rodean al campus universitario son vestigio de aquella época dorada. Pero ahora, por supuesto, no hay salida para quien produzca tabaco, y Greenville se ha quedado sin industrias rentables.
En los alrededores, la campiña llana, verde y vacía se estremece hacia el mar, que queda a unos 60 kilómetros. Los únicos recursos del lugar son la tranquilidad, que a veces se parece a la de la muerte pero que tiene cierto valor en un mundo ruidoso, y la Universidad, que garantiza a los habitantes del pueblo una vida cultural animada y bastante empleo.
En lugar de industrias prósperas y ventajas naturales, los habitantes de Greenville se mantienen ayudándose unos a otros y creando una comunidad entrañable. El concepto que tenemos los europeos del carácter estadounidense es mítico. Nuestra imagen de una nación de seres solitarios que llevan sus pistolas al cinto está sacada de las películas de Hollywood y de las novelas de Zane Grey y Raymond Chandler, no de los barrios y las calles de la actualidad.
La imagen de un país individualista, donde rige la competición a ultranza, es producto de la retórica del capitalismo, no de la realidad de las empresas pequeñas y medianas donde trabaja la gran mayoría de los estadounidenses.
Las grandes virtudes estadounidenses son solidarias y amigables.Los vecinos de los pueblos y los barrios de muchas de las ciudades del país se conocen, se reúnen en sus clubes, iglesias, colegios y campos de beisbol. Su héroe no es ni un Rambo ni un pistolero del Oeste salvaje cargado de odio y venganza, sino un filántropo apacible, dotado de un gran espíritu cívico, que suele fundar bibliotecas y hospitales, apoyar colegios, pagar las visitas de grandes orquestas y compañías de teatro. Por cada pistolero en la calle hay un montón de vecinos solidarios que colaboran en la creación de una gran civilización.
En el Greenville Times, por ejemplo, de hace solo unos días, se puede leer el anuncio del festival de pesquería que se celebrará a mediados de abril, con cinco orquestas y conjuntos folclóricos, una banda de bailarines mexicanos (ya que hay muchos inmigrantes sinaloenses en esta parte de Carolina del Norte), unos payasos para divertir a los niños, una muestra de las obras de artistas locales, y un acuario científico patrocinado por el Departamento de Medioambiente del Gobierno estatal. En el mismo ejemplar, aparece el reportaje de una ceremonia celebrada para honrar a un perro que se sacrificó intentando defender a su dueño, víctima de una bomba terrorista en Irak.
Y entre otras muchas más noticias de actos cívicos de la localidad, se encuentra un reportaje sobre una reunión de una sociedad dedicada a mantener la limpieza y belleza de las calles del pueblo, cuyos socios dedican de manera altruista sus horas de ocio a plantar y mantener jardines y árboles, y a colocar cubos de basura. Tal encuentro sirvió, como se puede leer en el periódico, para homenajear a una tal Loretta Pruitt, «socia hasta el día de su fallecimiento el pasado febrero... Su enorme interés por mejorar nuestro pueblo se manifestaba de formas muy diversas. También trabaja mucho por la congregación de su parroquia. Un jardín se creará para conmemorarla».
He aquí la grandeza de Estados Unidos y el espíritu de sus ciudadanos, que le mantendrá grande. La gloria del país no consiste en su capacidad militar, ni en las guerras emprendidas -desastrosas aun cuando se ganan- ni en sus monumentos capitalistas, ni en sus Wall Street, MacDonalds, Coca-Cola.
No hallaremos su grandeza en sus cursis películas de Hollywood, ni en su música ruidosa ni en las voces estridentes de sus políticos arrogantes y sus millonarios chillones y charlatanes. Pero mientras Lorena Pruitt tenga sucesores, y sigan en vigor universidades como la de East Carolina, y mientras los estadounidenses sigan habitando comunidades como Greenville, Estados Unidos no dejará de ser la superpotencia moral del mundo y un digno modelo para todos.
Felipe Fernández-Armesto es catedrático de Historia en la Universidad de Tufts (Boston, EEUU). Su última obra publicada es Américo.El hombre que dio su nombre a un continente (Tusquets Editores).

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Las universidades nacionales están muy lejos de aquel paradigma del liderazgo a traves del conocimiento, basta ver por ejemplo la Universidad Villarreal capturada por un partido: El APRA donde hay muchos profesores de mediocres a malos y que los cargos como las decanaturas y otros se dividen siempre entre los mismos argolleros, la facultad de Administración es un MAL ejemplo.

Anónimo dijo...

El Apra con Mercedes cabanillas a la cabeza destruyó la educación pues permitió que miles de estudiantes de institutos apristas ingresaran al magisterio. La misma cabanillas luego eliminó el curso de educaciómn Fisica y Educación Cívica de allí la pobreza del deporte actual y los pandilleros,hasta que gracias a Alan aprendio del arte de la mermelada con lo cual logra que le callen todas sus tropelías.

Anónimo dijo...

Una muestra de lo mediocre de la educación donde prima el lucro; en Apurimac y Cusco, la Universidad Alas Peruanas (Particular - pro Aprista); practicamente vende titulos al mejor postor, en Pre - Grado y Maestrias; una seudo educación basada en el lucro de los grupos de poder y de estas cuanto abra a nivel nacional .... verdaderamente que pena .....

Anónimo dijo...

y què me dicen de la PUCP,por lucrar màs meten a 60 en un solo salòn, con lo cual el debate y el intercambio de ideas se trunca.

Anónimo dijo...

Me auno a lo dicho por Mario B. yo estudio en la PUCP una maestría en política, como comprenderán no puedo poner mi nombre completo, pero la mala calidad de las fotocopias, los salones llenos de alumnos sin mayor nivel y los profesores que llegan tarde y se van temprano nos dice que la Católica tampoco se salva de la mediocridad del sistema universitario peruano.

Anónimo dijo...

YO TAMBIÈN ESTUDIO EN LA PUCP Y ESTOY MUY DECEPCIONADA. EL PROFESOR DA SU CLASE Y POR ACABAR EL PPT QUE HA PREPARADO PARA LA CLASE NO NOS DEJA INTERVENIR; SOMOS 66 EN EL SALÒN!!!

ESO NO SUCEDE EN NINGUNA BUENA UNIVERSIDAD.

Anónimo dijo...

Se supone que la PUCP es una de las mejores universidades del Perú, ¡còmo seràn las otras que no son asì consideradas!
Pobres muchachos que son estafados.
Felicitaciones Sr. Juan Sheput por promover este tipo de debates, gracias por mostrarnos lo que hay en otros paìses y despertar nuestros deseos de querer ser mejores.
Por què los congresistas no promueven este tipo de temas??????

Anónimo dijo...

La descripcion de Fernandez-Armesto es excepcional, admirable Greenville. La conciencia civica es un tema inexistente en el Perú, imagino por nuestro pauperrimo nivel educativo...educacion y salud son temas que aun siguen pendientes...