sábado, 14 de junio de 2008

Ruth Shady y la destrucción del Patrimonio Cultural de Lima

Haciendo honor al caracter rebelde de los intelectuales, Ruth Shady muestra su descontento ante la forma como se pretende destruir nuestro patrimonio cultural. ¿El culpable? pues Luis Castañeda Lossio, que como se sabe en su afán de culminar con los negocios de la destrucción de pistas, pretende arrasar con la Huaca San Marcos al igual que con las ruinas de Puruchuco.
Pero Castañeda Lossio no está sólo. El alcalde que mantiene a Lima sin teatro desde hace 8 años tiene respaldo. Se trata de Alan García, quien en una de sus primeras penosas expresiones dijo, delante de Cecilia Bákula, responsable máxima del Instituto Nacional de Cultura, que no importaba mover unas cuantas piedras en Puruchuco si eso significaba la modernidad y el desarrollo. Como era de esperarse, de inmediato un conocido periodista, de esos que adulan por miles de razones, escribió en su columna a favor de dicho disparate.
Es que el problema principal es el INC. Al frente de dicha institución está una señora funcional a los caprichos del señor Alan García y que no es capaz de defender nuestro patrimonio cultural. Es preocupante que intereses subalternos a los de la nación se impongan y el INC sea un ente indiferente al proceso de desaparición de nuestros activos culturales.
En ese sentido el INC de García es lo mismo que su novísimo Ministerio del Ambiente. Ambos están allí para avalar la destrucción, de la cultura y de los bosques.
Indignada por lo que sucede Ruth Shady concede una entrevista al diario El Comercio de Lima. En ella habla con entereza y valentía. La valentía propia de las personas dignas que honran su profesión y buscan trascender a partir de la protección de nuestra herencia cultural.
Y es justificada la indignación de Ruth Shady. Con poca transparencia el gobierno, informa El Comercio, ha modificado el artículo 30 de la Ley 28296 (del Patrimonio Cultural de la Nación), que exigía, como fundamental prerrequisito, una autorización del INC para realizar trabajos que pudiesen alterar áreas con evidencia arqueológica o monumental, y ha dispuesto, en su lugar, un texto que considera innecesaria dicha autorización cuando se trate de "ampliación, mejoramiento, rehabilitación o mantenimiento de infraestructura".
Y la señora Cecilia Bákula para pesar de las futuras generaciones no dice nada. Penosos momentos que vive la cultura en nuestro país.

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