miércoles, 16 de diciembre de 2020

El Sectarismo Político

Si bien es cierto la llamada crispación empezó con el enfrentamiento permanente entre Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuzcynski, es con Martín Vizcarra que la situación política adquiere niveles de turbulencia que afectaban cualquier tipo de acercamiento.

Martín Vizcarra buscó un enemigo y lo encontró. Primero lo llamó "fujimorismo", luego "aprofujimorismo" y luego, ambos términos, los asoció con el Congreso de la República al que terminó disolviendo (desde mi punto de vista ilegalmente). La necesidad de tener un enemigo visible que le permita antagonizar y ponerlo contra la sociedad, siempre ha sido un objetivo de aquello que llama Fernando Rospigliosi, la "coalición vizcarrista".

Todo ello ha traído como consecuencia que en estos días el país atraviese por un escenario de violencia y polarización social como nunca antes se ha visto. La descalificación del adversario, la mentira permanente, el papel de los medios de comunicación totalmente parcializados, son parte de este esquema.

Es lo que un grupo de intelectuales norteamericanos, quince prominentes miembros de la academia, ha venido en llamar "sectarismo político". Elemento corrosivo que ha llevado a que el acuerdo político sea poco menos que imposible.

¿Cómo ha sido definido este llamado sectarismo?

Según los intelectuales tiene tres elementos capitales:

- La aversión hacia quien piensa distinto. 

- La "otredad", una especie de "los otros contra nosotros".

-La moralización, sentirse dueños de señalar que es lo moral y qué no es moral.

Como podemos observar este fenomeno, el del sectarismo, empleado para definir el comportamiento de Donald Trump calza perfectamente en el ámbito local. Es lo que practican Martín Vizcarra y sus allegados, o quienes ven en el otro, no a un adversario político con el cual se puede llegar a concesiones, cesiones mutuas o acuerdos, sino al enemigo a quien hay que eliminar. Esto ha traído como consecuencia una violencia verbal y física que va a convertir en imposible cualquier posibilidad de sacar adelante reformas, leyes específicas, o cualquier tipo de acuerdo político. 

Para llegar a este nivel de deterioro no se puede ocultar ni soslayar dos fenómenos adicionales. Por una parte el papel que juegan las redes sociales, y en ellas las empresas encargadas de construir "bots" y troles para descalificar al adversario, y por otra los medios de comunicación, en los cuales los periodistas han devenido en activistas, promotores o azuzadores,  es decir, no se limitan a informar sino que toman partido por una de las causas, abierta y desvergonzadamente.

Punto aparte es el abuso descarado de la mentira que se acepta y difunde de manera natural. Una que está en boga es la que llama "golpistas" a los parlamentarios que votaron por la vacancia de Martín Vizcarra por corrupción y receptor de coimas. Un proceso constitucional legítimo, que inclusive culminó con la presidencia de Francisco Sagasti luego del breve periodo de Manuel Merino, es deformado llamándolo "golpe de Estado" y a sus protagonistas "golpistas". Es la necesidad lógica de construir un enemigo.

El Perú atraviesa por un pésimo momento. Pero recordemos. Esta situación no solo es responsabilidad de los políticos sino tambien de un amplio margen del tejido social: academia, medios de comunicación, empresarios, entre otros. 

Ingresamos así a una recta final electoral en la cual el peligro no solo proviene de la pandemia del coronavirus Covid19 sino de algo peor: la incapacidad de entendernos como sociedad.

martes, 15 de diciembre de 2020

El Perú recién tendrá vacunas el 2022

 Suena sombrío pero así parece que es. El entusiasmo que despertó Martín Vizcarra cuando desde agosto de este año hablaba que el país iba a tener acceso a las vacunas antes que finalizara el 2020, se ha acabado. Una información proveniente de la prestigiosa revista británica The Economist, nos tiró un baldazo de agua fría y nos volvió a la realidad. No habrá vacunas contra el Covid19 en el Perú hasta mediados del año 2022 nos dice el prestigioso semanario. Esto contradice las versiones del gobierno de tener una disposición desde este año y como es lógico ha generado una ola de indignación. 

No se trata solo de vacunar a la población. También se trata de volver a las escuelas y universidades, que el turismo vuelva a recibir visitantes, de tener acceso a la recreación, que se reactive la economía y volvamos a tener una vida normal. Todo eso se tendrá que seguir limitando, durante casi dos años más, por no tener acceso a la vacunación. Es una grave irresponsabilidad que merece una profunda investigación y sanción. 

Martín Vizcarra señalaba ya desde agosto que íbamos a tener acceso a la vacuna. Lo decía en sus cotidianas conferencias de prensa. Y el expremier Walter Martos lo ratificaba, señalando inclusive que íbamos a tener acceso a la vacuna desde diciembre de este año y asegurando que se habían firmado convenios con prestigiosos laboratorios. Ahora sabemos que nada de eso es cierto. Esta gravísima irresponsabilidad, que debe ser investigada por el Congreso pues significará enfermos, fallecidos, parálisis económica entre otros males, no puede pasarse por alto. 

A diferencia del Perú, que no tendrá vacunas el 2021 y que tendrá que esperar hasta mediados del 2022 para poder empezar sus jornadas de vacunación, los presidentes Duque de Colombia y Piñera de Chile, anunciaron el inicio en el 2021 de sus jornadas de vacunación como lo pueden ver en los siguientes enlaces:

Presidente Duque de Colombia anuncia compra de millones de vacunas para el 2021

Presidente Piñera de Chile anuncia compra de 14.4 millones de vacunas para el 2021

En el Perú, Martín Vizcarra se limitó a mentir. Eso es posible cuando los medios de comunicación claudican de su función crítica y alejan del debate a los opositores. No hay forma de establecer una crítica que permita cambiar de sentido a la equivocación. Con falta de debate. el gobierno puede mentir y no enmendar el error.

Aquí pueden ver una reflexiones que sobre el tema he hecho en el siguiente video:

Juan Sheput: A propósito de las vacunas contra el Covid19



lunes, 26 de octubre de 2020

Entrevista en Libertad de Pensamiento

 A continuación comparto con ustedes una larga y amena entrevista con Andrés Romaña y Bruno Schaaf de Libertad de Pensamiento, sobre asuntos de coyuntura y defensa de la institucionalidad.

Aquí la entrevista: 



Inaceptables declaraciones del presidente del consejo de ministros Martos

Las Fuerzas Armadas no son deliberantes. Lo dice con absoluta claridad el artículo 167 de nuestra Constitución. Ser no deliberante significa que no se ponen a considerar atenta y detenidamente los pro y contra de una decisión. Se subordinan al orden constitucional. 

El Congreso tiene dentro de sus atribuciones ejercer el control político, el cual incluye al propio presidente de la República. 

Amenazar con desconocer las atribuciones del parlamento en nombre de la gobernabilidad o institucionalidad es, abiertamente, una amenaza de golpe de Estado. Más aún cuando quien las hace es el vocero constitucional del gobierno, es decir, el presidente del consejo de ministros Walter Martos. 

Eso ameritaría que el parlamento lo cite para que aclare sus declaraciones. No hacerlo sería aceptar un deterioro de los asuntos públicos que podría llevar a una situación irreversible del orden constitucional. 

El retroceso que estamos viendo en materia institucional es consecuencia de tener al frente del país a un presidente, Martín Vizcarra, sindicado de haber recibido coimas por parte de empresas constructoras. Una persona que atraviese esa situación no está en condiciones de ejercer adecuadamente el cargo que ha recibido. El deterioro de los asuntos de gobierno es evidente siendo las declaraciones de Martos consecuencia de tener al frente del país a un sindicado en graves actos de corrupción como Martín Vizcarra. La amenaza de golpe no es más que un acto desesperado de quiénes saben que tendrán que rendir cuentas ante la justicia.

Aquí el segmento de las declaraciones de Walter Martos:



viernes, 23 de octubre de 2020

"Antaurizando" el debate

Desde hace un tiempo un sector de la prensa nacional viene difundiendo la idea que Antauro Humala, líder del etnocacerismo y de Unión por el Perú, estaría detrás de los intentos de vacancia contra el presidente Martín Vizcarra.



Nada más errado.

La idea de "antaurizar" el debate, es decir convertir en promotor de la vacancia a Antauro Humala, tiene como objetivo infundir temor en la población, por lo radicales de sus propuestas, o en el empresariado, por su enemistad con la inversión privada. Acabado el senderismo como "cuco" bien vale el "antaurismo" como sustituto. No olvidemos que hace un tiempo, cualquier intento de sabotaje contra la democracia o del modelo económico provenía del Senderismo. En estos días se pretende vender la idea que es el "antaurismo" el responsable de los pedidos de vacancia del sindicado como receptor de coimas y haber obstruído a la justicia en el caso Richard Cisneros "Swing". No es así.

Martín Vizcarra es el único responsable de la situación que viene atravesando. No se trata de una movida "antaurista" la que nos lleva a la nueva mocion de vacancia, sino las declaraciones de aspirantes a colaboración eficaz, que lo sindican como solicitante de comisiones indebidas y receptor de las mismas. Los aspirantes a colaboradores eficaces no sólo han dado montos sino también locaciones. Como era de esperarse, Martín Vizcarra, como siempre, lo ha negado todo.

El presidente del Congreso, Manuel Merino, no debería pisar el palito de la provocación que pretende "antaurizar" el debate, sino limitarse a seguir adelante en el curso de la moción de vacancia y de los otros desafíos que tiene la representación nacional, como es la elección de los nuevos miembros del Tribunal Constitucional por ejemplo.

Martín Vizcarra está muy nervioso. Lo que estamos viendo es solo una parte de lo que intentará hacer con el objetivo de desviar la atención y buscar victimizarse. 


Martín Vizcarra o la negación de la realidad

 



Es increíble. Estamos padeciendo una de las peores crisis políticas del país, y todo parece indicar que, para Martín Vizcarra, no pasa nada. Las crisis políticas se tienen que resolver porque de no hacerlo afectan directa e indirectamente el tejido institucional. Y como vemos eso ya está sucediendo: la Fiscalía es un desorden, las fuerzas armadas se olvidan de su rol no deliberante, el Congreso presenta su segunda moción de vacancia, el pueblo se encuentra cansado y desorientado, todo en medio de una pandemia que ha generado muy graves problemas en los ámbitos sanitarios, económicos, educativos y sociales.

¿Qué es lo que corresponde hacer? El presidente Vizcarra, al ser el principal responsable de este deterioro, es el llamado a ponerle fin. Desde diversos sectores se han dado una serie de fórmulas que pretenden acabar con este deterioro, pero el presidente no se decide por ninguna, pretende mirar hacia adelante, con una política del avestruz, de negación, que nos está conduciendo a honduras inimaginables y peor aún, pretende ridiculizarlas como si sobre él no pendieran serias acusaciones de alta corrupción.

De no encontrar solución a la crisis política, la situación del país se seguirá deteriorando. Una forma de bajar la intensidad del problema es con un gabinete de consenso, que tome las riendas del país pues Martín Vizcarra ya es valor deteriorado. Eso permitiría que él continúe como presidente, pero esencialmente en un rol decorativo pues ya no tiene legitimidad. Un conjunto de ministros de alto nivel serían la bisagra hacia el próximo gobierno. Otros mecanismos tienen que ver con la renuncia a la presidencia, la suspensión en el ejercicio del cargo o la misma vacancia de seguir apareciendo nuevas acusaciones. Cualesquiera la decisión que se tome, esta tiene que efectuarse pues lo peor es continuar con la crisis.

Hay quiénes aprovechan la actual situación para elucubrar una serie de teorías conspirativas que pretenden involucrar a parlamentarios y al mismo presidente del Congreso en la postergación de las elecciones. No se dan cuenta que si se incurriera en eso sería una causal de vacancia pues ya las elecciones han sido convocadas y el calendario no puede postergarse. Los que lanzan estas teorías conspirativas pretenden se ignore la gran responsabilidad que tiene Martín Vizcarra en esta situación. La cosa es tan simple como que no habría mociones de vacancia si Martín Vizcarra hubiera tenido un comportamiento honesto durante toda su carrera de servidor público, lo que no es así. En otras palabras, sus defensores parecen olvidar que si estamos atravesando esta situación es porque Martín Vizcarra tiene graves acusaciones de corrupción, de parte de colaboradores eficaces que señalan que ha pedido coimas cuando era gobernador de Moquegua, quedando pendiente de investigar su paso por el gobierno actual.

Si el presidente pretende ignorar la crisis política y cree que esta pasará con el tiempo se equivoca. Si no se hace algo la crisis se agudizará. Y la responsabilidad del deterioro institucional del país será exclusivamente de él.

 

Juan Sheput

Publicado originalmente en El Montonero el 22 de octubre del 2022 (https://www.elmontonero.pe/columnas/martin-vizcarra-o-la-negacion-de-la-realidad)


domingo, 30 de agosto de 2020

La "campaña de comunicación" en el gobierno de Vizcarra

El 12 de marzo publiqué, en Facebook un texto donde se resaltaba la importancia de hacer a la brevedad una campaña de comunicación para educar y sensibilizar a la ciudadanía para luchar contra el Covid-19. Adjunté un documento científico que hablaba del éxito de la campaña comunicacional que en su momento lideró el presidente García en el 2009, previniendo contagios, suspendiendo eventos masivos, invitando a lavarse las manos y a practicar la distancia social todo a propósito de la pandemia del H1N1. Esta campaña estuvo a cargo del entonces ministro de salud Oscar Ugarte y se hizo al inicio de la pandemia con gran éxito pues se limitó el número de contagios. Lo dice el documento científico adjunto y lo pueden leer a partir de la página 61. Esto obviamente no fue tomado en cuenta por el gobierno actual y, 60.000 muertos después pretenden hacer una campaña comunicacional a la ligera y que según el propio presidente Vizcarra, está dirigida contra los "irresponsables". Qué equivocado está el gobierno. Ahora se entiende por qué se maneja tan mal la lucha contra la pandemia con la crisis sanitaria, económica y social que la ineptitud gubernamental nos ha causado. Pueden ver el documento íntegro aquí:

Estado, prensa y sociedad en epidemia 2009 de influenza


viernes, 15 de mayo de 2020

Otra bomba de tiempo: Las víctimas colaterales de la Pandemia

Dedicados como estamos, por completo, a la lucha contra la pandemia del coronavirus, hemos descuidado una situación sanitaria permanente que tiene que ver con el tratamiento de los pacientes con enfermedades crónicas, es decir cardiopatías, hipertensión, diabetes, diálisis, cáncer entre otras. Como es de público conocimiento todos estos pacientes tienen en estos días serias dificultades para tratarse. Las indicaciones del gobierno impiden en estos momentos que los hospitales y clínicas deriven recursos a estos casos y ello está generando ya eventos lamentables, de personas que están falleciendo por que no tienen acceso a sus médicos, medicinas ni servicios clínicos y por tanto no se vienen tratando sus enfermedades o de lo contrario su salud deteriora rápidamente pues ya llevan más de dos meses sin recibir un consejo médico y eso les genera hasta un estrés innecesario que limita su capacidad inmunológica.
Esa va a ser la otra "pandemia". Resultará en una nueva curva que habrá que "aplanar". No puede ser que por dedicarnos, por urgencia, a una enfermedad que ha llegado con toda su cuota de incertidumbre, descuidemos como se viene haciendo el tratamiento a pacientes que requieren con urgencia también de un tratamiento a sus problemas crónicos. Si ponemos lupa a los casos nos preguntamos:¿Cuántos pacientes están descuidando su tratamiento de diabetes? ¿Cuántos no se hacen diálisis con la frecuencia que se necesita? ¿Cuántos pacientes oncológicos no reciben las indicaciones y tratamiento que requieren? ¿Cuántos hipertensos no tienen acceso a su medicación? Los casos son graves y la situación también.
Cuando estas personas fallecen no entran en las estadísticas pero incrementan el sufrimiento y desesperación de las familias. En los noticieros se ve a personas sencillas que reclaman por que sus familiares son rechazados en el hospital para el tratamiento de una diálisis o de una enfermedad cardiaca. Esta situación no puede seguir así. Se tiene que remediar pues de lo contrario se puede convertir en otra bomba de tiempo.
Con organización y planificación todo se puede. Por lo menos se puede empezar con un protocolo. Las autoridades de Salud deben entender la prontitud en el tratamiento de este tema. No solo son recursos. También es un tema de humanidad. Clínicas y Hospitales tienen sectores específicos y diferenciados que pueden empezar este tipo de servicio. Aún más la calidad de nuestros profesionales de la medicina y buena gerencia en clínicas y hospitales permitiría enfrentar este problema. Esperamos que las autoridades y el presidente de la República tomen cartas en el asunto. La situación ya es complicadísima. No esperemos que se torne más grave.

Comunicado de la UPCH: 

jueves, 14 de mayo de 2020

Doctores en Pesimismo


La izquierda perdió las elecciones del 2016. Sin embargo, a la luz de lo que venimos observando, es la que viene gobernando. Tienen congresistas en el parlamento que se reparten en varias bancadas, han copado con titulares a varios ministerios y predominan en sus actos y resoluciones en organismos como el Tribunal Constitucional, la Fiscalía de la Nación, la ONPE y el Jurado Nacional de Elecciones. Goza de apoyo mediático, de oenegés y también de activistas, muy bien remunerados, en las redes sociales. Para todos los efectos la izquierda es gobierno.
De cómo llegaron a gobernar nos ocuparemos en otro momento. Lo que importa ahora es señalar una situación que viene pasando desapercibida, la que indica que cuando la izquierda llega al poder así, de manera indirecta, lo hace destruyendo el tejido institucional del país, para así generar las condiciones para no marcharse. Ya hay señales de ello.
Hace unos años Enrique Krauze señalaba en la extraordinaria revista Letras Libres, la forma como se comportaba Hugo Chávez en Venezuela. El artículo se llamaba “El poder y el delirio” y en él indicaba que, para poder consolidarse en el poder, Hugo Chávez empezó por la confiscación de la palabra pública, es decir, por acallar en todos los medios de comunicación a los opositores y, por otra parte, instaurar un discurso de odio que polarizó el país. A los críticos los llamó “voceros del pesimismo”, algo muy similar a los “doctores en pesimismo” que acabamos de escuchar por aquí. De esa manera evitaba críticas a su manejo incompetente y corrupto del gobierno, mientras se consolidaba en el fervor popular al inaugurar una política de dádivas y prebendas que volvió dependiente del gobierno al pueblo venezolano.
La crisis desatada por la pandemia del coronavirus es el pretexto perfecto para profundizar en este deseo de querer perpetuarse en el poder. De hecho, ya está siendo utilizado por otros gobernantes autoritarios para pretextar su permanencia un mayor tiempo en el gobierno. El mes pasado, el Washington Post editorializaba que las democracias en el mundo se debilitarán si es que postergan elecciones y alertaba sobre aquellos gobiernos que, so pretexto de la pandemia, postergaban procesos electorales o manifestaban sus deseos de hacerlo. El Washington Post instaba a que se siguiera el ejemplo de Corea del Sur y se hiciera el mayor esfuerzo para no alterar los calendarios electorales.
En el Perú se juntan los deseos de algunos parlamentarios (no podemos asegurar que sean mayoría) con los del gobierno para justificar una postergación de elecciones el próximo año, así como las preguntas que inducen una respuesta favorable a la postergación que hacen algunos periodistas afines al gobierno. Si a estos hechos le agregamos la vocación histórica del populismo de izquierda de hacerse de los gobiernos por la “vía democrática” y luego destruir el orden constitucional perpetuándose, pues nuestra obligación como demócratas es estar alertas.
En ese sentido conviene recordar un par de viejos aforismos: primero, las democracias son mortales, y segundo, no hay peor ciego que el que no quiere ver.
Juan Sheput

Este artículo se ha publicado en El Montonero del 14 de mayo del 2020

miércoles, 13 de mayo de 2020

¿Por qué fracasa el martillazo?


En pocos días la cuarentena, instrumento clave con que se iba a aplicar un “martillazo” a la curva de infectados, ingresará en otra etapa. Pilar Mazetti, con el rigor y claridad científica que la caracteriza, acaba de señalar que el martillo no ha funcionado. No traslada la culpa a la población. Pilar jamás lo haría. Más bien, sin perder el tiempo, procede a analizar el escenario a fin de diseñar, con su equipo, un conjunto de acciones que nos lleve a minimizar los efectos del COVID19. Ella lidera un equipo de médicos que viene trabajando activamente en lograr ese propósito. Esperemos que lo logre.
Acotemos: esta es la lucha que se da en el aspecto técnico. En este campo hay curvas y estudios para todos los gustos. Los análisis son hechos con buena fe y, siendo distintos o complementarios entre sí, revelan una voluntad científica de querer colaborar. Esta competitividad técnica la vemos en todos aquellos lugares en donde el virus ataca sin piedad a la población. Y en todos ellos vemos que lo técnico no es suficiente. Países que vieron nacer a genios que iniciaron las primeras revoluciones industriales, crearon las bases de las primeras vacunas, llevaron al hombre a la Luna o generaron las condiciones para el Renacimiento y más tarde la formación de imperios, hoy están siendo sacudidos fuertemente por la pandemia. Sufren desconcertados ante los números de muertos y contagiados diariamente, mientras otros países han logrado superar con creces la ola mortal del coronavirus. Tiene que haber una razón para esto. El liderazgo es fundamental, pero no es lo único. Allí viene la fortaleza institucional, pero sobre todo la razón política.
Pensemos en Estados Unidos, Inglaterra, Italia, Francia y España. En todos estos países hay al frente jefes de Estado que conviven con burocracias soberbias, partidos anquilosados o, gracias al populismo, han llevado a sus sistemas políticos a un nivel de polarización que se ha trasladado a la sociedad. La intolerancia, el debate limitado a las redes sociales, los insultos generalizados impiden cualquier tipo de consenso y llamado a la unidad. Inglaterra y España, tienen  jefes de gobierno consecuencia de dimisiones y por lo tanto tienen a una oposición ávida de saldar cuentas. Gobiernan estos países políticos ávidos de cámaras, sin perfil bajo, pendientes de su popularidad y que abundan en comunicaciones, tanto, que hasta se contradicen ellos mismos. Son rehenes del cortoplacismo y de la reacción antes que la previsión.
Pero hay otro grupo. Países exitosos en el enfrentamiento con el virus. Allí están Alemania, Japón, Corea del Sur, Dinamarca, Nueva Zelanda o Taiwán en donde sus jefes de Estado son políticos con experiencia que apostaron por el realismo, el respeto a las instituciones, la búsqueda del consenso y el perfil bajo. Manejan un criterio estratégico y no táctico permitiendo que los resultados sean su mejor política comunicacional. Tienen a la sociedad de su parte, que hasta los premia electoralmente, como acaba de suceder en Corea del Sur donde no hubo necesidad de suspender las elecciones y gozan del apoyo de la oposición o de las facciones partidarias. En ese sentido recuerdo las palabras del ministro presidente de Baviera, Markus Söder, refiriéndose a la Canciller Angela Merkel, su acérrima adversaria: “Es la voz internacional de la razón”. Huelgan comentarios.
Y por aquí… ¿Cómo nos va acá por el Perú? ¿En qué grupo creen que estamos? La polarización de la sociedad y de la política, alimentada principalmente por sectores oficialistas o allegados, sigue incansable. No hay un liderazgo que promueva un espacio de concertación. Por eso no nos debe llamar la atención los resultados, en la lucha contra el coronavirus, que venimos obteniendo.
Juan Sheput

miércoles, 6 de mayo de 2020

La Prueba Rápida de la Incompetencia


Desde que se declararon el estado de emergencia y las políticas de confinamiento el gobierno ha gozado de una suerte de crítica limitada a aspectos técnicos pues, tanto la política como los especialistas, entendían la magnitud del reto que se tenía por delante. En la misma línea, funcionarios y allegados al gobierno señalaban que este no era momento para la crítica ni para la politización, pues el Perú “está primero”.
Contradictoriamente fue el propio presidente Vizcarra quien se distanció de este pedido recurriendo a una burda politización con el objeto de desviar la atención sobre hechos que atañen a su gobierno. En efecto apelar al ataque a gobiernos anteriores, usar lo contrafáctico como justificación, comparar indebidamente nuestra situación con países con realidades totalmente distintas, son parte de ese juego desesperado que busca cambiar los focos de atención de la ciudadanía sobre ineficiencias y hechos de corrupción.
En pocos días se ha pasado de ver compras corruptas en los ministerios de Salud y del Interior a la escandalosa muerte de nueve internos como consecuencia de un advertido motín en el cual los internos reclamaban al ministerio de justicia por su salud. Sin embargo el hecho que realmente conmocionó al gobierno fue la denuncia de IDL Reporteros en la que señala que la cifra real de muertos por COVID19 es muy superior en Lima y Callao a la que el gobierno, con aires triunfales, difunde. Esto es muy preocupante pues una estrategia diseñada sobre datos falsos está destinada al fracaso.
Hay motivos varios para creer en la denuncia de IDL. La mentira es una especie de prueba rápida de la incompetencia del gobierno de Martín Vizcarra. Recurre a ella con facilidad para desviar la atención. Recuerdo con indignación la forma como manipularon las cifras económicas el último día del 2019 para aparentar buenos resultados económicos. No me sorprendería que ahora lo intenten hacer con el número de muertos por la pandemia.
Lo he señalado en más de una oportunidad. Este gobierno perdió el tiempo durante los meses de enero y febrero. No hizo nada para evitar el ingreso del coronavirus y mucho menos hizo algo por mejorar nuestra infraestructura de salud. Todo su discurso era Lava Jato y reforma política. A pesar de las señales de alarma que venían del exterior no se dio instrucciones para evitar el ingreso del virus. Por eso y los antecedentes de desinformar, evitar el debate, descalificar a la oposición con ataques pagados en las redes sociales, no nos debería sorprender que la situación sea mucho peor que la que señala el presidente Vizcarra. A diferencias de otros jefes de Estado que han hecho del realismo un instrumento de lucha contra la pandemia, aquí el gobierno ha optado por el triunfalismo basado en la desinformación.
Juan Sheput


Nota: Este artículo fue publicado en El Montonero el 29 de abril del 2020

viernes, 24 de abril de 2020

Cumbre de Poderes Fácticos


Cual si fueran dos caras de una misma moneda, el día de ayer tuvimos la oportunidad de ver la presentación de la Canciller de Alemania Angela Merkel  ante su Parlamento y del presidente Vizcarra ante un grupo de periodistas. Ello nos permitió hacer un ejercicio comparativo, totalmente válido, en lo que se refiere a los estilos de gobierno que protagonizan en dos países distintos, en la lucha contra la pandemia del COVID19.
Es así que en tanto la señora Merkel señalaba que respetaba al máximo la libertad de prensa y que las críticas, de donde vinieren, eran bienvenidas, el presidente Vizcarra seleccionaba por su parte las preguntas que iba a contestar y, ante una inquisición sobre este estilo nada democrático, contestaba con displicencia “que pregunten mañana”. Desafortunada respuesta en un contexto en que los especialistas indican que el gobierno peruano viene desinformando respecto a las cifras que sobre el avance del COVID19 se presentan.

Por otro lado en tanto la Canciller de Alemania decía que no estaba de acuerdo con utilizar un lenguaje bélico para retratar esta lucha contra la pandemia (y vaya que Alemania sabe de guerras), el presidente del Perú insistía en utilizar un injustificado lenguaje bélico, que hasta la fecha no se ha interiorizado en la inmensa mayoría de peruanos. “Estamos en guerra” parece ser el mantra que repiten funcionarios y allegados al oficialismo.
Pero lo más resaltante entre estos contrastes es el que tiene que ver con el nivel de respeto a la Constitución y al tejido institucional. En tanto la Canciller de Alemania se presenta ante el Bundestag (el Parlamento Alemán) para rendir cuentas, señalar el estado de la Nación e iniciar la discusión de sus propuestas, en el Perú, el presidente Vizcarra anuncia que una vez más pedirá delegación de facultades al Congreso y peor aún, anuncia una rueda de conversaciones no con las bancadas parlamentarias ni con los partidos políticos, sino con un grupo de representantes de universidades, periodismo, “trabajadores” y empresarios para evaluar la propuesta que se ha preparado en el Consejo de Ministros. Es decir el presidente de la república ningunea al Congreso de la República y en su lugar convoca a una cumbre de poderes fácticos. En ese sentido cabe preguntarse respecto al papel del representante de los medios de comunicación. Siendo la esencia del periodismo fiscalizar al poder ¿Cómo va a hacerlo si es parte de la discusión? Realmente es insólito lo que viene pasando en el país respecto al periodismo.
Es una situación insólita. La democracia representativa es la base de nuestro contrato social expresado en la Constitución. Dejar de lado al Congreso, en aras de una supuesta eficiencia, es parte de una democracia directa que es la favorita de los autoritarismos o prospectos de dictadores. Lo más lamentable es que al momento de escribir este texto no se había pronunciado ningún miembro del actual Parlamento, es decir no se pronuncian sobre la delegación de facultades ni tampoco sobre la marginación de la anunciada ronda de conversación.
A manera de conclusión. Hay sobrada evidencia que los países más exitosos en la lucha contra la pandemia son aquellos que respetan su orden constitucional y su tejido institucional.

Juan Sheput

Este artículo ha sido publicado en El Reportero del 24 de abril del 2020

jueves, 16 de abril de 2020

¿Nos vamos el 2021? Ni de vainas



Con gran entusiasmo, parlamentarios de APP y Acción Popular han señalado que estarían dispuestos a postergar las elecciones generales del 2021 en aras de la seguridad sanitaria nacional. Argumentan, con llamativa simpleza, que los recursos (750 millones de soles) podrían derivarse a otras urgencias, más importantes, como si el respeto a la Constitución no lo fuera.
No tengo duda en que el interés radica en que algunos parlamentarios no quieren estar tan solo catorce meses en sus cargos. Es un interés menor que nos debe llevar a calibrar la madera democrática de estos congresistas. Hay una distancia sideral, por ejemplo, entre lo señalado por este pequeño grupo y lo que en su momento dijeron personajes de real valía como Valentín Paniagua o Fernando Belaúnde. Tal vez por ese temple político es que estos escribieron páginas en la historia, en vida,  mientras aquellos, los otros,  no pasan de anecdóticas biografías.
Pero la discusión electoral no se limita al ámbito parlamentario. No tengo la menor duda que, usando a la pandemia como el pretexto perfecto, van a surgir otras voces que pidan la postergación de las elecciones. En ese sentido la devaluada palabra del presidente Vizcarra (en relación a que no postulará el 2021) no ha generado ni un solo titular relevante. Pero lo que me lleva a pensar en que sí existe el interés del oficialismo en permanecer inconstitucionalmente en el poder más allá del 28 de julio del 2021 se puede identificar en el comportamiento de otros actores, tratando de formar opinión u ocultar información, que los lleve a cumplir con sus fines.
Si de formar opinión se trata, ya han salido algunos opinólogos oficialistas (invitados permanentes a los medios de comunicación sometidos) a señalar que ese puede ser uno de los caminos. No sorprendería que luego ese análisis encuentre una respuesta favorable en la ciudadanía, identificada oportunamente por alguna encuestadora palaciega. Dados esos dos elementos, el rebote periodístico estaría garantizado.
Pero lo realmente vergonzoso, es la forma como se pueden ocultar hechos trascendentes a nuestros compatriotas. Hace tres días, el 14 de abril del 2020, se ha desarrollado el proceso electoral legislativo en Corea del Sur, el cual ha sido sumamente exitoso. Ha concurrido la mayor cantidad de gente desde el año 1992, cerca del 70% de la población. El país que mejor viene combatiendo la pandemia ha sido capaz de seguir adelante con su cronograma electoral sin necesidad de postergarlo. Un éxito y una buena práctica a seguir y a imitar, pues es una forma democrática de decir derrotamos al virus y seguimos en nuestro cauce democrático.
Nos preguntamos, de aquí a un año ¿no podemos hacer aquí lo mismo? ¿Por qué se ha ocultado a todos el exitoso proceso electoral de Corea del Sur? Las elecciones en Corea del Sur han sido una suerte de plebiscito donde la gente ha agradecido al gobierno por su exitosa gestión. Aquí en Perú en un año la situación económica puede estar muy deteriorada y los resultados en salud desastrosos lo que podría significar un gran revés para el gobierno o sus candidatos. Es obvio que necesitan tiempo para revertir la situación.


No lo duden, en las alturas del poder, hay un grupito que parece quiere quedarse.

Juan Sheput

Aquí podra ver algunos links relacionados con las recientes elecciones en Corea del Sur.
Participación histórica en elecciones de Corea del Sur

Esta columna ha sido publicada en el periódico digital El Reporte que dirige Mijael Garrido Lecca. Agradezco mucho a Mijael la oportunidad de compartir con ustedes mi opiniòn.

Enfrentando la pandemia al estilo medieval


Enfrentando la pandemia al estilo medieval
En un reciente artículo publicado en el New York Times, Donald McNeil recordaba que a lo largo de nuestra historia el mundo ha enfrentado las pandemias de dos maneras: al estilo Medieval, bloqueando fronteras, impidiendo el ingreso de barcos a nuestros puertos, encerrando a la gente en sus casas, quemando cadáveres, castigando a los contagiados y al estilo de la Modernidad es decir reconociendo la agresividad del virus pero recurriendo a invenciones del siglo XX como los termómetros, la información, las vacunas, la ventilación asistida y el aislamiento selectivo. De la forma como han enfrentado los países a esta epidemia se desprenden las consecuencias de índole económico, educativo, social y, por supuesto, de salud.
Nuestro país ha tenido que recurrir a la metodología medieval porque simplemente, durante dos meses, perdió el tiempo. Como he recordado en otro artículo, tan es así que en las entrevistas que Martín Vizcarra concedió en la primera semana de febrero ni siquiera profundizó ni le dedicó una respuesta sustantiva al Coronavirus. Tampoco lo hizo en la ronda de reuniones que sostuvo con los congresistas en varias oportunidades durante el mismo mes. En lugar de ello sus funcionarios solo hablaban de la reforma política, del caso Lavajato en tanto vendían nuestras mascarillas sin ni siquiera habían elevado las alertas de sus sistemas de vigilancia epidemiológica. Los resultados saltaron a la vista. Aparecido el virus tuvo que recurrirse a la brutalidad de la metodología medieval, encerrando de manera drástica a los ciudadanos en sus casas, cancelando reuniones y negocios, decretando toque de queda, organizando un sistema de recojo de cadáveres y cerrando nuestras fronteras, puertos y aeropuertos. Recurrir a esa modalidad ha generado otras situaciones calamitosas aparte de la concerniente a la salud. Ahora hay crisis en el sistema educativo, crisis en la economía, crisis en la sociedad. De ninguna de ellas se puede inferir las consecuencias pero se puede imaginar que serán muy graves. Así que no es asunto de tratar de culpar al pueblo por los resultados en la pandemia sino de reconocer con hidalguía que el gobierno demoró irresponsablemente en reaccionar.
¿El trato contra la pandemia pudo haber sido de otra manera? Por supuesto que sí. En ese sentido insisto en que si se está manejando tan mal la pandemia es porque las instituciones en el país no funcionan, porque a su vez el tejido institucional ha sido destruido por Martín Vizcarra. Tenemos un Congreso que en la práctica es inexistente, no hay control político y mucho menos fiscalización. Por otro lado la red de gobernadores y alcaldes es ninguneada por el presidente luego que esta la utilizara de  manera artera para sus fines políticos. Y hay un lamentable nivel de sometimiento de la mayoría de la prensa peruana al gobierno, que ya adquiere ribetes históricos, contribuyendo a la ausencia del debate público al haber censurado en la práctica a todo aquel que piense distinto al gobierno.
Si procedemos a analizar a los países que han tenido una mejor respuesta contra la pandemia, podremos observar que la mayoría de ellos que tiene un tejido institucional robusto ha podido evitar un gran número de muertos y el deterioro de su economía. Allí están Alemania, Suecia, Corea del Sur, Chile y Guatemala. Por otro lado los que tienen una mejor resiliencia es decir que están pasando de una situación calamitosa a una esperanzadora basados en el debate público y sus instituciones tenemos a Francia, España, Italia, Colombia y Argentina en donde el debate sanitario y económico ha adquirido la misma importancia. S mejor tejido institucional mejores oportunidades de enfrentar la pandemia y recuperarnos. En los países exitosos hay medios de comunicación críticos y reflexivos, una clase política que entendiendo el problema propone y fiscaliza, órganos de control del Estado y de la sociedad civil que no temen señalar la corrupción y sobre todo un alto nivel de tolerancia en el debate público abriéndose este a todas las vertientes. En el Perú actualmente no hay nada de eso, de allí  que las decisiones del gobierno devengan en pésimos resultados como consecuencia de la ausencia de contraste previo y más bien sean tan solo una mera imposición.
Mucho me temo que todo lo que se ha hecho, y sobretodo el sacrificio efectuado por nuestro pueblo ha sido en vano. A la fecha no hay estadísticas confiables, el gobierno tiene voceros y medidas pintorescas (como la de multar a los que incumplan el aislamiento social) y ha perdido el respeto de la ciudadanía, que sale a la calle en busca de sustento ante el irrealismo de las medidas gubernamentales. La llegada del invierno puede traer un rebrote del virus que encontrará al país debilitado económicamente y a la ciudadanía en una situación de mayor vulnerabilidad. Ojalá me equivoque.
Juan Sheput

Este artículo ha sido publicado en El Montonero el 16 de abril del 2020. Lo puede leer aquí.


jueves, 26 de marzo de 2020

De respuestas tardías y otros. Pandemia sin control...político.


Pandemia sin control…político
 Cuando algo es urgente es porque es demasiado tarde” reflexionaba Talleyrand y el tiempo en más de una oportunidad le dio la razón. Actuar reactivamente no es una proeza. Es la consecuencia de un descuido y es lo elemental que se debe hacer cuando alguien enfrenta un problema que subestimó o no vio.
Durante la primera semana de febrero, como consecuencia de lo que consideraba un triunfo electoral, el presidente Martín Vizcarra dio una serie de entrevistas en la cual se abordó diversidad de temas. El coronavirus ya era una realidad en Asia y en parte de Europa y sin embargo Vizcarra no le dio ninguna importancia. No estaba en agenda. No lo trató profundamente en las entrevistas. A tal punto es así que en un tuit que lancé el 2 de febrero señalé que el presidente no tenía ni idea de lo que era el coronavirus. Habrá alguien que dirá que no tenía por qué saberlo. Entonces el presidente está rodeado, irresponsablemente, de mediocres que no le hablan de la magnitud del problema y esa sí es su responsabilidad.
Durante el mismo mes de febrero el presidente Vizcarra y sus ministros se reunieron con las bancadas del congreso elegido y en ninguna de esas reuniones se abordó el tema del coronavirus. Un problema de gran magnitud no estaba en el radar presidencial. En esas reuniones se hablaba de la reforma judicial, la reforma política, la salida de varios de sus ministros involucrados en actos de corrupción, la falta de incubadoras y agua en hospitales, los decretos de urgencia, la migración, la inseguridad, los feminicidios pero nada del coronavirus. Ni para el gobierno ni para los congresistas electos el problema del virus existía.
Quienes tuvimos la oportunidad de viajar al extranjero en esos días señalábamos con preocupación la total ausencia de controles en el aeropuerto a diferencia de nuestros vecinos de América Latina. Esa es otra responsabilidad del gobierno, un descuido de carácter sideral pues el virus entró por el aeropuerto al venir de Europa en el cuerpo de los que estuvieron por allá. Se pudo haber minimizado el efecto en nuestra población y en la economía y haber ganado mucho tiempo si el gobierno de Vizcarra hubiera actuado con mayor eficiencia y no con la indolencia que lo ha llevado a tener, una vez más, una acción reactiva. Así que no es momento para convertirlo en un semidios ni para aplausos adulones pues el gobierno es responsable de la ausencia de controles, el desarrollo de la enfermedad y su  grave secuela en nuestra economía.
También es un problema de control político. Con muy pocas excepciones, situación similar a los años de Alberto Fujimori, la mayoría de medios de comunicación sigue a pie juntillas la agenda gubernamental, en este caso LavaJato y el énfasis en el pasado. Nula investigación a hechos del actual gobierno. Esa situación se agrava con la ausencia de control político. Si hubiera habido un Congreso en funciones estoy seguro que ya en enero se habría citado a la ministra de salud para que rinda cuentas sobre qué se venía haciendo en materia de salud para prevenir el ingreso de la pandemia en el Perú. Y la ministra se habría visto obligada a acelerar o diseñar o poner en marcha respuestas para enfrentar la amenaza del virus sobre nuestro país ante la exigencia de los congresistas. Y al haberse planteado esas preguntas en el Congreso se habría puesto el foco en esa noticia y habría ingresado en agenda para el debate público. Pero no fue así. Esa es la importancia del control político, que desde el 30 de setiembre del año pasado no existe en nuestro país.
El gobierno de Vizcarra simplemente está reaccionando ante la presencia del virus en nuestro país. Medidas draconianas que en un principio no estuvieron acompañadas de las necesarias medidas económicas que ayuden a los que menos tienen nos enfrentarán a un futuro que requiere de un adecuado diseño de políticas de salud y reactivación. Hasta ahora se viene haciendo lo elemental. Tenemos como ventaja el clima, un verano que se prolonga y que favorece el estancamiento del virus, pero el invierno está a la vuelta de la esquina. La idea es ganar tiempo para actuar con eficacia, pensando en cómo minimizar los efectos de la pandemia y no en la búsqueda de aplausos. Esa es la diferencia entre un hombre de Estado y un simple jefe de gobierno.

Juan Sheput

Este artículo se ha publicado en El Montonero del 26 de marzo del 2020

miércoles, 25 de marzo de 2020

Coronavirus y el aprovechamiento del miedo


Coronavirus y el aprovechamiento del miedo
No es primera vez que nuestro país atraviesa circunstancias dramáticas por cuestiones de salubridad. Para referirnos a los últimos 30 años podríamos recordar la epidemia de cólera de 1991, en el primer año del gobierno de Alberto Fujimori que dejó 3.000 muertos de un total de 310.000 afectados. También lo ocurrido en el 2009 con la llamada gripe porcina que afectó al país en ese periodo y originó toda una histeria colectiva que hace que los eventos de la actualidad se vean como una especie de recuerdo, de deja vu.
Recuerdo que en esa época Don Uriel García escribía y escribía que el impacto negativo  de la gripe H1N1 era más social y económico que de salud. Comparaba estadísticas y, al igual que hoy, señalaba que los problemas del país iban por el lado de la tuberculosis, las neumonías de los niños de Puno y no por el lado de la gripe porcina. Sin embargo su voz era apagada en medio de la ansiedad colectiva azuzada por una prensa en la cual predominaba el escándalo, las noticias de otras realidades y el poco rigor.
Hubo, sin embargo, una adecuada respuesta del gobierno de Alan García. El congreso de entonces, convocó al ministro de salud Oscar Ugarte el cual informó de las medidas a tomar. Estas pasaban por una agresiva campaña de educación a la población en cuanto a lavarse las manos, cómo estornudar o toser, la distancia entre las personas y el cómo saludarse evitando los besos. Hubo una muy buena campaña en medios,  liderada por Carlos Carlín que tuvo un buen efecto en las costumbres y cultura sanitaria. Y las clases fueron alteradas adelantando las vacaciones no suspendiendo las mismas y conforme se fue monitoreando el nivel de avance de la enfermedad. Había ciertas contradicciones, como permitir espectáculos públicos o deportivos cuando lo que se buscaba era el distanciamiento social, pero eran licencias que se permitían como consecuencia del control de la gripe. En ese sentido es lamentable el contraste con la actualidad. No hay congreso que fiscalice o convoque a los responsables de salud, lo cual contribuye a la desinformación y por tanto al miedo, no hay un liderazgo claro en el sector y se están tomando medidas draconianas contradictorias como la suspensión de clases en colegios  más no en universidades. Igualmente no se ha dicho nada respecto a los espectáculos públicos que son los principales vectores de eventuales contagios.
Parte del problema es que nuestra administración pública parece no haber aprendido nada de recientes lecciones del pasado. Nuestro sector académico, la universidad, no recurre a la evidencia fáctica, a los datos, para dar una opinión que oriente y que no asuste. Se traen noticias del extranjero que responden a otras realidades y a diferencias climáticas y no se hace el deslinde del caso. Se levanta la noticia de la Organización Mundial de la Salud respecto a la declaración de pandemia cuando lo mismo hizo en el 2009 con la frase “lo peor está por venir” siendo las consecuencias nada catastróficas.
Es difícil ir contra la corriente pero es necesario  hacerlo. Las medidas tienen que ser preventivas pero no ser sobreactuadas. La afectación al turismo, la educación, la economía, será muy grave por no actuar con criterio realmente preventivo y con la serenidad que debería acompañar a un liderazgo ausente, el de un presidente sobrepasado por la situación.
Lo más efectista es suspender las clases. Pero eso no ayudará en nada a mitigar una enfermedad que viene del exterior y que por ahora nos brinda ventajas climáticas. Lo más triste es que hay campo de acción para la prevención buscando no afectar la economía y en especial a los servicios, como el turismo, comercio y educación. Pero Vizcarra ha elegido el camino de la dramatización simplemente para buscar algunos puntos de popularidad.
Juan Sheput


Este artículo fue publicado en Altavoz el 12 de marzo del 2020

Coronavirus e improvisación. A propósito de las medidas de Martín Vizcarra


Coronavirus e improvisación
No está en duda que al gobierno le corresponde actuar con rapidez para poder controlar cualquier masificación del virus COVID-19, más conocido como coronavirus. Pero actuar rápidamente no significa actuar con ligereza, ni generando medidas que contribuyan al desorden ni a la histeria generalizada. Se requiere actuar con profesionalismo y con calma, atendiendo a la evidencia fáctica, a las experiencias recogidas de otros países, a los resultados que se vienen observando en China e Italia y entendiendo nuestras propias fortalezas y limitaciones.
Los resultados de China, donde se puede decir que el virus ya está controlado, señalan que la población más vulnerable y que ha tenido el mayor número de muertos es la de mayores de 70 años y con algún tipo de patología. No se han reportado casos de niños muertos en ninguna parte. Esto es un dato. Otros son que todo parece indicar que el virus requiere para su expansión de temperaturas bajas. De hecho los países donde más casos hay son en aquellos que se encuentran en pleno invierno. La región de La Lombardía, en Italia, está al norte, limítrofe con el frío de los Alpes. Eso nos podría brindar algún tipo de ventaja sobre la base de la estacionalidad. Que el virus ya llegó es un hecho. Ha sido a través de viajeros provenientes de Europa. Desde la aparición del virus hace tres meses nuestras autoridades no hicieron nada. Recién ahora, con once casos comprobados empiezan a tomar medidas, algunas de ellas desacertadas.
La suspensión de las clases es una de ellas. El encapsulamiento del virus por el verano puede significar que el brote se manifieste en un par de meses. Es allí donde el gobierno recién debería pensar en suspender las clases. El Perú no tiene ni siquiera una infraestructura mínima para la educación en línea ni para el teletrabajo. Ni siquiera hay legislación adecuada y, peor aún, ni siquiera existe el personal calificado. El MINEDU no ha hecho nada en ese sentido. Enviar a los niños a su casa sin mayor motivo es un sinsentido producto de la incapacidad del gobierno para gestionar crisis complejas.
Si de aislamiento se trata mayor problema lo constituye el transporte público. Qué está planteando para el Metropolitano o el Tren Eléctrico? O para los espectáculos públicos especialmente los deportivos. Cuántos niños, si esa es su preocupación, han ido al estadio el fin de semana a nivel nacional.
Cuando el gobierno en lugar de aportar calma contribuye al desorden y al caos, las cosas se agravan pues lo principal, la confianza, se diluye. Es un hecho que el presidente no se rodea de personas capaces que lo aconsejen de manera adecuada sino en función de conservar su popularidad. Es importante evitar el colapso de nuestra infraestructura de salud, la endeble que tenemos y que ni siquiera tiene incubadoras, pero eso, en estos momentos pasa por medidas de prevención, basadas en datos y evidencia, con los mejores especialistas en salud pública y aprendiendo de lo que ya vienen haciendo países que enfrentan la pandemia. No con medidas apresuradas y que no tienen sentido como evitar que los niños vayan al colegio hasta el 31 de marzo. En los colegios se les podría educar mejor y generar una cultura sanitaria a cargo de los profesores que daría mejores resultados. Una vez más la improvisación.

Juan Sheput


Este artículo fue publicado en El Montonero el 12 de marzo del 2020

jueves, 2 de enero de 2020

MEF: manipulando cifras oficiales de la economía

No hay control político, es evidente. Y es por eso que el ministerio de economía y finanzas puede jugar con las cifras para aparentar mejores resultados. Ello es consecuencia de la falta de seguimiento desde el parlamentto y también de la actitud lamentable de María Antonieta Alva que se presta a este maquillaje de las cifras.
El dato lo trajo hoy El Comercio en su portada: "El 10% de la inversión pública del 2019 se hizo en los ultimos 4 días".
Posteriormente, en su edición web, el diario especializado en economía y negocios, Gestión, precisaba los alcances de la nota de El Comercio: el gobierno había querido evitar que los resultados del año 2019 sean los peores desde el año 2008, en el cual la inversión estuvo alrededor del 52%. En tan solo un par de días, los indicadores del ministerio de economía y finanzas mejoraron ostensiblemente, siendo producto de una aparente manipulación que desde el MEF lo pueden hacer de manera grotesca porque no hay control político desde el parlamento. Esta es una situación muy grave. Un gobierno que actúa de esta manera, engañando sin escrúpulos a la población, es un gobierno capaz de cualquier cosa. Vizcarra no sólo ha destruído el orden constitucional sino que manipula las cifras de la economía con el objetivo de vender la idea que se trata de un gobierno eficaz, cuando es todo lo contrario, absolutamente incapaz. Sin duda será tarea del próximo congreso fiscalizar a los funcionarios de la actual administración. No tengo duda que esta es tan sólo la punta del iceberg en materia de manejo de las cifras económicas.

Leámos lo que colocó un diario objetivo y serio como Gestión en su nota titulada: "Ejecución de la inversión pública el 2019 pudo ser peor ¿Qué pasó el ultimo día?"
El 31 de diciembre del 2019 fue un día clave: mientras miles de peruanos se alistaban para despedir el año, desde el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) se hacían “ajustes” para que la inversión pública suba 4 puntos porcentuales, en un solo día.
Dicho resultado le permitiría al Gobierno no reportar el peor año de ejecución de inversión pública desde el 2008, hace 11 años, cuando se registró un avance de 53.2%, pero con un crecimiento en el PBI de 9.1% en dicho año.
Ahora, con el estimado de crecimiento en el PBI de 2.3% - según el MEF- para el cierre del 2019, la inversión pública logró un avance oficial del 66.2% en el año.
¿Qué pasó el 31 de diciembre del 2019? No solo se ejecutó la mayor inversión pública del año, con S/ 1,595.7 millones en un solo día, sino que se redujo la base de referencia para calcular el avance.
De esa manera, el Presupuesto Inicial Modificado (PIM) disminuyó en S/ 750 millones, y le permitiría elevar la cifra de avance del 2019. En caso de no realizarse dicho ajuste el resultado hubiera sido peor que el año 2018.

miércoles, 1 de enero de 2020

En la recta final: elecciones parlamentarias 2020

Como ustedes saben, estoy postulando por el Partido Político Contigo con el número 1, razón por la cual he visto la conveniencia de hacer un análisis sobre el próximo proceso electoral. Estamos en el primer día de la tercera década de este siglo y a tan solo veinticinco días del día de elecciones. Los opinólogos, de manera superficial, señalan que la "campaña no calienta" y atribuyen esta situación a que no hay candidatos presidenciales, los partidos no toman la iniciativa, los candidatos esperan la última hora o la ciudadanía no les presta atención. Ignoran en su análisis que estamos viviendo las consecuencias de una pésima reforma política, que se manifiesta en un desorden institucional, en organismos electorales que funcionan a tronpicones y en que no existe la posibilidad de hacer una campaña, en términos técnicos, efectiva. El financiamiento estatal, al ser insuficiente, atenta contra la posibilidad de fomentar y publicitar a los nuevos cuadros partidarios y por otro lado, el alejamiento de los recursos privados, por haberse satanizado o mal utilizado, afecta, indiscutiblemente al desarrollo de la actual campaña.
¿Sin recursos económicos ustedes creen que habrían tenido éxito las campañas partidarias así hubieran lanzado candidato presidencial? Pues de ninguna manera ya que sin recursos no se puede hacer propaganda, no se pueden hacer mítines, no se pueden hacer eventos, y si a eso le agregamos la medida completamente absurda de prohibir propaganda política en medios privados pues veríamos una situación similar a la actual.
Es cierto que esta es tan sólo una arista del problema. Pero reducir el análisis a que la campaña no calienta porque no hay locomotoras es realmente absurdo. Otros procesos menores, como elecciones complementarias o revocatorias han tenido otro grado de interés por la posibilidad de invertir en propaganda.
Uno de los problemas de nuestro país es que esto no se comenta en voz alta. Por una sencilla razón, hay una suerte de cobardía de ir en contra del consenso complaciente, así este sea equivicado. Y con ello se le está haciendo un tremendo daño al país. Desde mi punto de vista al que más le conviene este escenario es a Martín Vizcarra, pues quiere un congreso a su medida, que le permita ponerlo contra las cuerdas para así generar las condiciones para otra crisis que le permita, posiblemente, ir a la reelección. Situaciones como esta ya la hemos visto antes. Desarrollaré la idea en otro artículo.