miércoles, 30 de septiembre de 2015

La prepotencia de la inversión china

La prepotencia de la inversión china
Desde el año 2004, Las Bambas era un proyecto emblemático por las buenas formas y el trato existente entre la comunidad y la empresa Glencore Xtrata. Tanto así que cuando surgía algún conflicto minero se le ponía como ejemplo, tanto al emprendimiento de Apurímac como al del Cusco. Pero todo tiene su final y este llegó cuando, en el año 2014, Glencore Xtrata decidió vender Las Bambas a un consorcio chino por US$5.850 millones en efectivo. Este consorcio está conformado por MMG, una empresa filial de China Minmetals, el grupo de infraestructura Guoxin Investments y la empresa de inversiones Citic. Allí se originaron los conflictos cuando este grupo, de manera arbitraria, ha decidido desconocer los acuerdos del Estudio de Impacto Ambiental, tratando de construir en la cabecera de la cuenca del río Challhuahuacho y la no construcción de un mineroducto con lo cual el transporte del mineral será superficial afectando con contaminar toda la zona.
¿Tiene razón la comunidad cotabambina en indignarse? Pues sí, toda la razón. No es la primera vez que la inversión china hace lo que se le da la gana en nuestro país. Para ellos es suficiente con invitar un viajecito turístico a políticos peruanos para que se olviden de fiscalizar. Si fuéramos un país en todo orden, las autoridades se pondrían del lado de la comunidad y harían respetar los acuerdos, pero no es así. Los chinos, una vez más, pretenden hacer lo que se les da la gana.
Igual es en otros lugares en donde está el dinero chino. De la peligrosidad de ese tipo de inversión escriben Economist  y la BBC entre otros. Así que no debe sorprender el nivel de prepotencia. Antes de criticar a la comunidad cotabambina, el premier Cateriano y los empresarios mineros peruanos deberían llamar la atención de esta empresa china. La seguridad jurídica empieza por nuestros compatriotas.

Artículo publicado hoy en diario Exitosa


miércoles, 23 de septiembre de 2015

Corrupción, gran ausente


Corrupción, gran ausente
Desde el año 2001 hasta la última elección, el tema principal de campaña de los candidatos presidenciales era el de la lucha contra la corrupción. Alejandro Toledo lo tuvo como mantra en cada encuentro que realizaba con la población; luego Ollanta Humala lo hizo propio en las campañas del 2006 y del 2011, y eran en cierta medida, un acierto pues permitía una sintonía con las exigencias de la Nación. Con menor énfasis, otros candidatos hacían lo propio. Allí tenemos el recuerdo del finado presidente Valentín Paniagua o del mismo Pedro Pablo Kuzcynski y el mismo Alejandro Toledo en la campaña del 2011. En estos días el discurso anticorrupción es prohibido en el lenguaje de los candidatos presidenciales. Sea por amiguismo con el gobierno, por los escándalos en que están inmersos ellos mismos o por investigaciones en curso, este tema no es tratado con profundidad ni mucho menos es un eje de campaña.
Eso es dramático. En un contexto en que el presidente Humala y su esposa, inquilinos precarios de Palacio de Gobierno, están ahogados en indicios de gran corrupción, no existe agrupación política que cuestione con seriedad este tema y prometa una fumigación del Ministerio Público y del Poder Judicial, así como una investigación a fondo. Los candidatos prefieren hablar del Fenómeno El Niño, o de la seguridad o de la economía, que siendo importantes son afectados por la marcha corrupta de la gestión del país. Las famosas cuerdas separadas, esas que separaban economía de política, hoy se intersectan, generando problemas de gestión y, peor aún, de deterioro de la institucionalidad. El daño que está haciendo el presidente Humala, no tiene precedente en este siglo y es de los peores de toda nuestra historia.
Por eso mismo es penoso que uno de los síntomas del deterioro moral que padecemos sea que ni uno de los candidatos tenga como eje la lucha contra la corrupción. Ni siquiera la izquierda, a quien las empresas constructoras brasileñas y las menciones a sus mecenas en las libretas de Nadine Heredia, también la ha convertido en vulnerable, tanto así que prefieren el silencio.


Juan Sheput

Este artículo se publicó hoy en el diario Exitosa Noticias

lunes, 21 de septiembre de 2015

La política no juega a los dados

Tomo prestada de Albert Einstein una de sus legendarias frases para cambiar un par de sus palabras y hablar de la importancia de entender que nuestros hechos de hoy son portadores de futuro. Albert Einstein hablaba de la importancia de las acciones en el Universo y decía que, en relación a este, Dios no jugaba a los dados. Casi un siglo después Stephen Hawking, le agregaba un signo de interrogación ¿Dios juega a los dados? Indicando que cada instante del Universo es consecuencia de todo lo que pasó y, a su vez, origen de lo que pasará. En Prospectiva se utiliza mucho este razonamiento, sobre la base de lo que significa la gerencia del futuro. Es por ello que se puede señalar que, en función de los hechos actuales, se puede construir un escenario prospectivo sobre qué es lo que nos espera en la Política.
Si el Congreso hubiera procedido a cambiar las reglas de juego, a través de modificaciones en la Ley de Partidos Políticos, la democracia interna, el voto preferencial, el financiamiento público, las fechas de elección de autoridades, la duración del periodo presidencial y parlamentario y otros cambios importantes, podríamos estar ahora discutiendo sobre los efectos que esta reforma política podría tener en el próximo proceso electoral. Pero no, no ha habido mayores cambios, y si los ha habido es para peor. Se anticipó esta situación, que no es exclusiva responsabilidad de los congresistas, sino también de los partidos políticos, los organismos electorales, las argollas académicas  y –cómo no- los organismos de la sociedad civil. Lo que hoy se ha venido a llamar como la contrarreforma que, según los politólogos entusiastas de hacerla a cómo dé lugar, ha devenido en una involución de la estructura encontrada, no trae nada alentador.
Los hechos de hoy son los elementos que inciden en nuestro futuro. Y los hechos actuales han traído un conjunto disperso y criticable de cambios de reglas políticas en el parlamento. No esperemos por tanto un Congreso de mejor calidad ni un gobierno que haga de sus promesas de campaña fuente de políticas públicas. Tampoco bancadas parlamentarias que planteen agendas únicas sino tantas como miembros tienen. Obviamente, como están las cosas, en el futuro Congreso no faltarán los representantes activos de poderes fácticos y delincuenciales. Nada sustancial ha cambiado, por tanto el futuro político del país tiene en el  escenario pesimista al que mayores posibilidades de concretarse posee.

Ni Dios ni El Universo juegan a los dados. La política tampoco. Por eso no nos escandalicemos cuando luego del 28 de Julio del próximo año volvamos a repetir las frases “este es el peor Congreso de todos los tiempos” o “la política cada vez es más mediocre”. Si no lo cree piense en que una de las medidas que se ha aprobado es elevar el porcentaje de invitados de 20 a 25%. Bienvenidos los advenedizos que llegan con su “pan bajo el brazo” a los partidos y desplazan a los militantes de toda la vida. Lo más gracioso de todo es que luego estos oportunistas sin biografía ni trayectoria  hasta se convierten en precandidatos presidenciales…y gozan del apoyo de cierta prensa.


Juan Sheput

Artículo publicado en la revista Velaverde